Villahermosa.- Para ayudar a sacar adelante a sus tres hijos en sus estudios, Carmen Escamilla Yáñez, mujer yucateca, originaria de Mayapan, decidió continuar una tradición familiar que proviene desde su bisabuela como es el bordado y la venta de prendas típicas del estado.
Entre sus mayores orgullos, aseguró en entrevista, está el verlos convertidos ya en profesionistas a sus 32, 31, y 30 años de edad.
De Mayapan, Yucatán, lugar donde se asienta un sitio arqueológico maya, recordó que emigró a Mérida “para poder prosperar”.
Junto a sus prendas de venta como blusas, batas, huipil y faldas que ofrece en un espacio que consiguió dentro de la Feria Tabasco 2016, señaló que desde hace unos seis años sale a distintas festividades fuera del estado.
“Lo que pasa es que en Yucatán mucha gente se dedica a los textiles; a veces nadie es profeta en su tierra y tenemos que salir”, reconoció.
A sus hijos, refirió, no les transmitió la enseñanza del bordado pues cada uno tiene su profesión, “cuando deje esto (el bordado), se acaba acá”.
En el marco de la Día de la Madre, que en México se celebra cada 10 de Mayo, narró que la tradición del bordado viene desde su bisabuela, su abuela y su madre, “y yo cuando tuve hijos tuve la necesidad de dedicarme a esto para crecerlos en casa, estar con ellos”.
Casada a los 18 años, recordó que después le fue muy difícil dejar pequeños a sus tres hijos para irse a trabajar, por lo cual decidió comentarle a su esposo que debía hacer algo que le permitiera ayudar a la economía familiar y a la vez cuidar de ellos.
“En Yucatán hay un programa, Mérida en Domingo, y mi mamá me empezó a dar los huipiles que tenía, de eso hace unos 32 años, me los daba en 2.50 pesos y yo los vendía en tres pesos”.
Refirió que tardó unos cinco años en dominar por completo los diferentes bordados, pues los hay desde sencillos hasta complicados.
Artesana de corazón
Recordó que su progenitora le dijo que “si quería estar con mis hijos, aprendiera. Yo con eso les crecí a ustedes”.
Comentó que hay bordado en punto de cruz, que en maya se le conoce como Xoc Bichuy, a mano; también hay bordados en máquina de pedal, llamados macizos, además del rejillado y el renacimiento.
“Tengo una niña que es la mayor y la única casada y los dos varones; los tres tienen estudios por fortuna porque de eso se trata, de que el hijo supere al padre”, aseguró.
Ya encaminados en la vida, mencionó que su trabajo y venta de prendas bordadas típicas yucatecas lo hará hasta que Dios se lo permita.
“Para esto se requiere paciencia, tiempo, gusto y me siento bien conociendo más gente, tratando más gente; yendo a diferentes ciudades, se siente a gusto tratar con el público”, reconoció Escamilla Yáñez.
En Mérida, para la elaboración de las prendas, cuenta con dos personas que la ayudan, una a bordar y otra a armar, “compro la tela, pinto el dibujo, armo y a veces bordo porque no hay tiempo”.
Su esposo la apoya también en algunos procesos, pero tiene su trabajo y en dos años se jubilará, “me dice que si sigo haciendo esto me acompañará a los viajes”.
Sin embargo, admitió que a veces no le va muy bien en algunas ferias, “Tabasco es un buen punto. A la gente le gusta nuestra ropa y aprecia lo que hacemos, Tabasco es de las mejores ferias”.
Señaló que desde que comenzó a salir de Yucatán, ha estado en ferias en Tijuana, Baja California; en Aguascalientes; Ciudad Juárez, Chihuahua; Guadalajara, Jalisco; en Zacatecas y en la Ciudad de México.
A la Feria de Tabasco, llegó con apoyo del Fondo Nacional de Artesanías (Fonart) y de Conaculta, aunque a veces también paga ella por su cuenta por la cantidad de artesanos que esas dependencias respaldan.