En los Estados Unidos la palabra demografía es utilizada para referirse al rápido crecimiento de alguna población. Pero la palabra viene del griego Demo, que significa pueblo, y grafía que quiere decir descripción.
He escuchado demografía particularmente para notar cambios poblacionales, en relación al crecimiento de residentes Latinos o Afro-Americanos en un vecindario, ciudad o estado. “Los cambios demográficos” escuchamos repetidamente.
Así es como se habla de lugares como Tejas, en donde la población de origen mexicano ha incrementado en las últimas décadas llevando consigo un sinfín de consecuencias. El número de hispanos que ahora residen en éste estado ha incrementado por una mezcla de situaciones.
Por un lado Tejas cuenta con una población históricamente mexicana, que vivían ahí mucho antes del tratado de Velasco, y que forjaron ciudades como San Antonio y gran parte de los poblados aledaños al Río Bravo. Pero también ha aumentado el número de nuevos tejanos, migrantes que han cruzado la frontera para trabajar en ciudades con oportunidades laborales como Houston, Austin y Dallas. Y se suman por supuesto aquellos que han migrado de otros estados en búsqueda de una mejor vida en la entidad más grande del país.
Lo que más me cautiva de estas conversaciones de cambios poblacionales es la manera que representan el futuro de los Estados Unidos. En Tejas la población hispana llega a ser ya casi el 40%, sin embargo el estado todavía es un baluarte del Partido Republicano, y en su gran mayoría las políticas públicas siguen siendo anti-inmigrantes y en general anti-hispanas.
Sí, habrá lugares en donde un par de gemelos han sido elegidos al Congreso o dado posiciones de importancia federal, o existan alcaldes de apellidos de origen español, pero en Tejas el Hispano sigue con un menguado acceso a una mejor vida.
Iniciemos con el poder político. Si analizamos un poco más a fondo, podemos ver que se estima que entre el 12-15% de la población hispana es indocumentada, lo cual reduce dramáticamente el número de votantes. Sumado a eso, los hispanos del estado es un grupo aún muy joven. Se estima que la edad promedio es de 27 años, y representan casi el 50% de la población escolar. Considerando que una parte significativa de los residentes de Tejas son indocumentados, otros tantos residentes permanentes o menores de la edad legal para votar, esto reduce dramáticamente el acceso al poder político del voto. Además de eso, el número de gente registrada para votar en la comunidad hispana es bajo, y sólo el 39% de aquellos registrados vota, comparado con más del 60% de la población general.
Si dejamos al lado el poder electoral y consideramos otras medidas, los Hispanos en Tejas son todavía el grupo con el más bajo nivel educativo. Menos del 20% de los hispanos residentes del estado cuentan con una licenciatura, comparado con casi el 55% del resto de la población. Además, los hispanos tiene el poder adquisitivo más pequeño de la entidad, ganando aproximadamente $13,000 por debajo del resto de los tejanos.
Considero que Tejas es un ejemplo de lo que podría pasar en el resto del país. La población hispana ha explotado en áreas en las que históricamente no se consideraba la presencia de Latinos, como Carolina del Norte y Georgia, y aunque los números son aún muy pequeños, grupos de familias hispanas pueden ser localizadas en casi cada estado de los Estados Unidos.
Se proyecta que para el año 2050 los hispanos sean casi el 30% de la población de los Estados Unidos, doblando y rebasando el 14% de la población total del país del último censo.
Pero el crecimiento poblacional por sí sólo no cambia la calidad de vida de nuestras familias. Esta es la lección que estamos aprendiendo de Tejas. Seguimos sin la posibilidad de comprar casa con un mínimo acceso al crédito. Nuestras familias tienen graves problemas de salud como la diabetes y la obesidad, y el cuidado médico de calidad sigue por debajo de otros grupos. Los trabajos a los que tenemos acceso siguen siendo en sectores con bajos ingresos, y gran parte de nuestra labor se sigue yendo a los bolsillos de algunos cuantos, casi todos blancos, beneficiándose de lo que consideran mano de obra barata y desechable.
En la última semana he escuchado que el futuro es nuestro, que los cambios demográficos están de nuestro lado, pero por desgracia seguimos en el mismo juego, en la misma estructura social que explota a una mayoría y beneficia a pocos. Los políticos nos siguen vendiendo el sueño americano, pero millones no pueden siquiera dormir por las largas jornadas laborales y preocupaciones financieras.
Dejemos de hablar de cambios demográficos, y hablemos de cambios de esquemas. De posibilidades económicas para nuestras familias, de alternativas políticas para aquellos que no votan, de acceso a los servicios más básicos para la gente. Que los cambios poblacionales vengan aunados a cambios sociales, para mejorar las vidas de nuestras comunidades. Que no nos conformemos con un par de apellidos en una marquesina, que nos conformemos sólo cuando la equidad exista.
En el futuro no quiero vivir solamente con más gente que se vea como yo, quiero vivir con respeto, equidad y con acceso para todos a las oportunidades que forjamos hoy. El futuro va a ser nuestro no sólo reproduciéndonos o migrando, pero si le arrancamos el presente a las fuerzas opresoras en las que vivimos, y pensamos en nuevas maneras de obtener una mejor vida.